El cambio de hábitos y la relajación en nuestras rutinas que trae consigo el verano, pueden pasar factura a la salud de nuestros dientes. Te contamos cómo evitarlo.
El verano es sinónimo de vacaciones, ‘terraceo’, jornadas al aire libre para disfrutar de las horas de sol… ¿Quién no está deseando apagar el ordenador y lanzarse a la piscina? Más aún este año en el que al cansancio acumulado por el trabajo se une la fatiga pandémica. El cambio de hábitos y la relajación en nuestras rutinas que trae consigo el verano, sin embargo, pueden pasar factura a la salud de nuestros dientes. ¡Gérmenes y bacterias no entienden de vacaciones!.
Si quieres lucir sonrisa, ahora que podemos prescindir de la mascarilla, sigue leyendo.
El kit dental en la maleta.
En verano es habitual alterar nuestra rutina y comer más fuera de casa. Esto no ha de ser sinónimo de descuidar nuestra higiene bucodental. Es importante cepillar los dientes después de cada comida para neutralizar la acción de las bacterias y la acumulación de sarro en la superficie de nuestros dientes, que puede acabar afectando a nuestras encías. El sarro puede provocar enrojecimiento, inflamación y sangrado de encías, que son los síntomas iniciales de la gingivitis o piorrea.
De ahí que a la hora de preparar la maleta de viaje debamos incluir en la lista de elementos imprescindibles un kit de limpieza dental que podamos llevar en el bolso o mochila durante nuestros desplazamientos. Como mínimo, un cepillo de dientes, hilo dental, pasta dentífrica… Podemos completarlo con colutorio y cepillo especial para la higiene de los espacios interdentales.
En caso de olvido, y como medida puntual, podemos mascar chicles sin azúcar y con xilitol después de la comida. De esta forma, favorecemos la salivación y frenamos la acción de las bacterias.
Cuida tu alimentación y cuidarás tus dientes
Somos lo que comemos. En verano apuesta por los alimentos de temporada, especialmente frutas y verduras, y tus dientes lo agradecerán, especialmente si se trata de aquellos más ricos en agua como el melón y la sandía. Comer una manzana a mordiscos es también siempre una buena opción como postre o entre horas para neutralizar la acción de los ácidos de las bacterias. Lo mismo ocurre si optamos por un yogur.
Los alimentos ricos en Omega 3, como los pescados azules, ayudan a controlar la inflamación de las encías. En el caso de la sardina, además, su alto contenido en flúor es beneficioso para controlar las caries.
No abuses del azúcar…
Sol, calor… y la tentación del puesto de los helados y refrescos. Un buen consejo para cuidar tu boca, y de paso el resto de tu cuerpo, es limitar el consumo de comidas y bebidas azucaradas. El abuso de refrescos, bebidas isotónicas… favorece la aparición de caries y la erosión dental. Recuerda: el azúcar es enemigo de una boca sana y bonita.
Ni de las bebidas y comidas frías
Los cambios bruscos de temperatura al comer o beber pueden provocar sensibilidad dental.
No abuses de los hielos en la bebida y espera unos minutos antes de consumir alimentos muy fríos.
Artículo publicado en Diario el Correo.
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